miércoles, 17 de agosto de 2011

Los políticos y los hombres, cortados con la misma tijera


Antes que nada quiero aclarar que todo esto del año electoral y los políticos me tienen los ovarios bastantes inflados. Todo bien con las campañas, pero reconozcamos que son aburridas. A mí nunca me sedujo la política, de hecho sé poco y nada de política.

Siempre en las reuniones cuando se habla de política me pongo de mal humor. No sé por qué. Nunca falta el politólogo improvisado, ese que te tira las últimas encuestas o qué político subió en intenciones de voto en las últimas horas.

A mí me divierte más hablar del tipo que se tocaba en misa o el video de Silvina Luna -que dicho sea de paso, tiene un novio bastante precoz-. Esas son cosas “candentes” para mí, esas son cosas que le interesan a la gente. La caída de la mina esta, cómo se llama, “Rocío Girao Díaz en el Bailando” o las peleas entre Moria y Carmen Barbieri. Queremos notas más bizarras, que nos hagan reír más. Ya bastante tenemos con el boludo que tenemos en casa, para las que conviven, o con nuestros novios, filitos y amantes que nos queman la cabeza hablando de fútbol, exigiéndonos ser buenas novias, amantes y mujeres, llamándonos mami cuando ya tiene una o diciéndonos cosas lindas una vez por año. Necesitamos gente más desquiciada, más músicos que se tiren del balcón como Charly o que coman comida podrida como el Piti… Más modelos que salgan a defenestrarse, a decir quién hace mejor un pete o que las Pombo ahora reconozcan que fueron violadas por un chimpancé. Algo. Pero bueno, tampoco podemos estar exentas de lo que pasa y hay que reconocer que hoy en día la política está en primer plano.

Y por eso, en este escenario preelectoral a "pathitos" de las generales, me parece importante establecer una analogía entre los políticos y los hombres, quienes en primera instancia parecerían no tener nada que ver con los partidarios pero que si se hace un profundo análisis podríamos llegar a deducir interesantes similitudes.

¿Qué quiero decir? Ustedes vieron que en plena campaña electoral, los políticos -quienes en su mayoría son hombres- ponen en la mesa miles de propuestas que en el transcurso de sus campañas o, incluso en el caso de ser elegidos, terminan concretándose un cuarto o diría un medio de su totalidad. Su imagen comienza como positiva, en la mayoría de sus casos, pero mediante las encuestas muchas de ellas tienden a bajar.
Se muestran inteligentes, innovadores, con ganas de hacer cosas y llevar adelante un modelo que nunca antes se habría implementado en el país. Cuando no, critican a sus opositores, quienes alguna que otra vez, los han acompañado en fórmulas políticas anteriores.
Pero sin otro motivo que poner un punto inicial entre estas características que se vienen replicando en el transcurso de las distintas gestiones políticas, sea del partido que sea, mi principal objetivo es replicarla –como siempre desde una visión feminista- a las campañas conquistadoras de los hombres, sí, ellos, quienes a la hora de querer ganarse el amor o la atención de una mujer, proponen un sinfín de cosas: te voy a amar, respetar y obedecer el resto de mi vida. Sos la mujer que siempre soñé y te voy a hacer feliz con miles de actitudes y regalos que nunca te han hecho. Pero ¿Cómo darse cuenta cuando un hombre promete y después no cumple? Simple. Siempre va a hacer lo mismo.

Desde el vamos, hay que tener en claro que siendo hombre –corto de inteligencia y largo a la hora de concretar sus ansias de encamarse con vos- va a intentar seducirte con la tradicional “filosofía barata y zapatos de goma” que se repite y seguirá repitiendo en la historia de la humanidad.

Por ejemplo: En la etapa de conquista, utilizan frases o “spots” chamulleros para seducirte y que lo elijas en los comicios del “levante”. Aplicados al día a día, se trataría de mensajes implícitos o explícitos tales como: “Con un tipo como yo, vos podés más”, “Tengo auto, plata y herencia, te convengo”, “Soy divino, somos divinos, vamos por un hijo”, “Ahorremos plata y vayámonos a vivir una historia de amor”, “La tengo muy grande, elegime y comprobalo”, “Conmigo no vas a sufrir, seremos felices”, “Ya no salgo con mis amigos, maduré”, “Confiá, conmigo conocerás a un verdadero hombre”, etc, etc, etc.

Al principio pensás “Uau, se merece mi voto de confianza, no?” Pero a la larga muchachas, todas sabemos que muchas de estas frases terminan siendo promesas
incumplidas.

Por otro lado, al igual que los políticos, si tienen ganas de conquistarte, se preocupan primero por la imagen, tanto física como mental. En primer lugar, para estar bien para vos, adelgazan, te pintan una onda deportista no? Y en segundo, te venden una especie de tipo que cuida y se preocupa por el medio ambiente, que le gustan los animales, los niños, y los ancianos.
Pero… a la larga te terminan confirmando que al igual que todos, más después de casados, se achanchan maaaaaal. Ya no les gusta tanto ir a pasear, tampoco que tengas un perro que te cague por todos lados, -va, les da lo mismo porque al fin y al cabo la caca la limpiás vos-, ni que los nenes lloren, se caguen, cambiarles el pañal ni llevarlos a la escuela. Ni hablar de ir a comer a lo de tus abuelos el fin de semana, la patean como un gol de último minuto necesario para ganar la copa en un mundial.

Pero vayamos a los puntos importantes:

Amigos de todos: Ni hablar cuando lo conocés, le caen bien todos tus amigos, de hecho se hace amigos de todos y de a poco, a medida que pasan los meses, te tira una como “che no invitemos a Charly porque se come todo”, “decile a tus amigas que se junten en otro lado, yo ya quedé que venían los pibes”.

Se enceguecen con el poder: En el caso de los hombres, se enceguecen con el poder del control remoto, de ganar más que vos, de no tener que levantarse si tu hijo llora sino que vayas vos, con el poder de elegir a dónde ir de vacaciones, de tener la moto más copada que su amigo, el poder de cambiar el auto o el celular.

Corrupción: Los hombres son corruptos, todas los sabemos. Y ni hablar los políticos, vamos a decir algunos para no herir susceptibilidades. Los hombres, con tal de conseguir lo que quieren –ya sea que lo dejes ver tranquilo un partido de la D con sus amigos o no le rompas las bolas una partida de pocker con los pibes- son capaces de coimearte con un “si querés la semana que viene te llevo al cine, o a cenar mi amor”. Te corren con “Hace mucho que no te regalo nada, querés plata así vas a comprarte algo lindo?”.

Manejo sucio de las relaciones: Al igual que los políticos, nunca sabés para qué lado patean. Si te están diciendo “qué linda estás”, qué quieren pedirte, si te dicen “tengo una reunión de laburo”, a qué fiesta se está yendo, si recién estás saliendo, sospechás que es medio pirata, y te dice hoy me quedo durmiendo en casa, “cuál de las otras minas le contestó el mensaje antes que vos”.

Ocultamiento: Sí, muchos políticos han ocultado “chanchadas” que se mandaron, cagadas y después ha salido a la luz. Los hombres son iguales, con tal de que no te enojes o lo mandes a la mierda, es capaz de hacerse el boludo a la vuelta del supermercado si se olvidó de comprarte el shampoo que le habías pedido para el pelo o, en casos extremos, obviamente que te está siendo infiel. Pero a la larga, son tan navos, que nosotras nos terminamos enterando.

Te aburren al tiempo: Al igual que los políticos, llega un momento que pasadas 1 o 2 gestiones, nunca de gobierno porque siempre gobernamos nosotras, ya nos aburre verles la cara. No?

Te desilusionan: Tenemos en mente al principio al amor de nuestras vidas, no? Ya lo vemos en el altar, con el esmoquin, criando a nuestros hijos. Un cuento de hadas. Ahora, a medida que lo conocés, ese sueño perfecto se te desmorona.

Sintetizando mi teoría, los hombres son como los políticos:

• Te proponen grandes cosas y terminan con pequeños resultados.
• Cambian de mujer como los políticos de partido.
• Te prometen un gran aparato y algunos terminan teniendo un simple aparatito.
• Al igual que los políticos que al principio dicen “voy a acabar con la pobreza, voy a acabar con la inseguridad”, los hombres acaban, sí, algunos muy rapidito.
• Te histeriquean, te dicen que vos sos importante y única, pero cuando ya le diste lo que querían, se van con otra, como los políticos cuando ya agotaron los recursos de un partido, se van a otro para ver qué pueden conseguir.
• Te seducen con mensajes directos a tu cabeza, mensajes que después terminan siendo vendedores de humo.

En conclusión, mi conclusión, odio a los políticos, no les creo a los hombres y nunca les voy a creer. Lo único que les pido es que, a diferencia de cuando conocemos a un espécimen, elijan el próximo 23 de octubre con INTELIGENCIA mujeres. Gracias, es todo por hoy.

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