domingo, 5 de junio de 2011

Charla de mujeres


Buenas noches a todos. Antes de empezar hoy, tengo que reconocer que en estos días me faltó bastante la inspiración que me caracteriza, así que decidí volver a lo básico, creo yo...y hablar sobre cómo son las charlas entre mujeres. Será porque últimamente estoy requiriendo mucho del amor de mis amigas, tal vez porque con los hombres no me llevo del todo bien, y encuentro siempre en ellas una persona acogedora y amable que me escucha, que me entiende, cosa que en ellos no suelo encontrar.
Juntarme con mis amigas ahora a los casi 30 años, ya no es tan fácil como hace un tiempo. No se si les pasa a ustedes pero en mi grupo de amigas necesitamos de una tediosa cadena de mails para organizarnos y ponernos de acuerdo en un lugar y una fecha. Nuestras juntadas pasaron de ser un simple evento a una reunión de consorcio y ni me di cuenta. Antes, nos juntábamos los fines de semana nada más, para salir y chuparnos todo. Ahora, tardamos casi dos semanas para coordinar una puta cena, porque cada una está en su trabajo o con sus novios o con no se qué, y cuando nos vemos… una lleva para tomar, la otra para picar, la otra para cenar, la otra trae sal y condimentos, la otra mayonesa, y así. La que no lleva nada para la comida, lleva el postre y la que no…con algún chusme picante queda a mano. “Nos volvimos una cooperadoraaaaaaaaaaaaaaa y no nos dimos cuenta?????????? Dios!”.
Sospecho que ustedes, muchachos, imaginarán nuestras reuniones como un té de abuelas, donde tomamos un tecito de naranja y comemos alfajorcitos de maicena. También imagino que podrían creer que nos juntamos solo para intercambiar nuestras últimas habilidades en el spinning y el Facebook o que nuestros temas oscilan entre la ropa y los tacos. Pero no. No son reuniones de tappers, son más bien reuniones de destappers, donde cada una es libre de contar lo que quiera y mientras más oscuro y bizarro sea lo que cuente, mejor. Por supuesto que los hombres son siempre un tema recurrente y si creen que somos sensibles y discretas al nombrarlos, nuevamente se equivocan. ¿Quieren entonces saber de qué hablamos las mujeres cuando estamos solas? ¿Están listos para esta confesión? Yo no, pero ahí vamos.
El otro día llegué a la casa de una amiga, todas con una sonrisa y yo con un humor que apestaba. Había arribado a ese lugar que por más que cambie de escenografía, pongámosle que sea un restaurante, una casa normal, un patio, una pileta, un garaje, hasta un boliche, se convierte en lo que denominé el “indispensable inodoro de múltiples cadenas que te llevan a un sinfín de caños de cloaca necesarios para la salud de una mujer”. Ahora, ¿Qué quise decir con esto? Una reunión de mujeres y acá vamos con la fórmula, es igual a la sumatoria de temas, por la cantidad de gritos, exponenciados a las críticas, dividido a las autocríticas, lo que da un resultado igual a sexo, sexo y más sexo. “¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? No se, pero cualquier mujer que me esté escuchando, entendió bien de qué hablo”.
En este escenario aparecen las diferentes muchachas en acción. Las que seguro tuvieron sexo hace menos de una hora, cuando vos no le ves la cara a Dios andá a saber desde cuándo, la que gana tres veces más de lo que ganás vos y seguramente en un futuro tengas que pedirle trabajo, la que se mata en el gimnasio y te mira después de haberte comido todos los postres porque estabas deprimida y te dice: “si vos estás bárbara así”, cuando pensás: “vos porque vas todos los días a calentarle la pava al flaco del gimnasio y no querés que empiece y te lo robe, anoréxica”, pero le decís: “sí, se que no estoy gorda pero que se yo, quiero comer mejor”. O te encontrás también con la linda que nunca tiene problemas con los machos, a la cual vos le contaste treinta mil veces la cantidad de flacos que te cagaron y a lo que ella sólo acota: “vos porque no te hacés valorar”, “Holaaaaaaaaa? Llegué tarde a la repartición de caras trola, vos porque naciste en formol!!!”. Pero más allá de eso, las querés. Son tus amigas y las aceptás como son. Chicas que me están escuchando, las quiero. Y mucho.
Sacando todo esto, la ensalada de tópicos es lo que más nos caracteriza, no? A esta edad los temas pueden ir desde lo mal o bien que nos va en el trabajo, cuántas veces vamos al gimnasio por semana hasta cómo lo tiene tu chico, cómo se movió tu amante o cuánto fingiste la última vez.
Decir que hablamos mucho entonces no es ninguna novedad. En estas reuniones, la democracia reina. Empieza a hablar la que tiene lo más importante que contar: una ruptura, un nuevo amor, un presunto embarazo, una tragedia. Continúa la que se peleó con el novio, la que ascendió en el trabajo, la que se hartó del trabajo. Todas escuchamos atentas y después de cada historia –que no dura menos de media hora- hacemos las preguntas que creamos necesarias, nadie se guarda nada, ni la que pregunta, ni la que responde. Obviamente las historias más aclamadas son las escandalosas, las graciosas, las que involucran al sexo, las que cuentan sobre un hombre que quedó en ridículo. Las risas se escuchan como en parlantes y mientras la historia se hace más copada, nuevas botellas de cerveza se destapan. Se pueden escuchar gritos, muchos gritos (sepan que no lo hacemos a propósito pero nos sale así). Todas empezamos a hablar al mismo tiempo, pidiendo explicaciones, detalles. Finalmente cuando todas las dudas son resueltas y cuando la vida de cada una de nosotras está claro para todas, podemos pasar al periodo al que he denominado como el Brain Storming, donde se habla de lo que sea... que sea polémico.
Pero el que se lleva todos los premios, obviamente, es el sexo. Hablamos de sexo, de sexo y de más sexo. Todo lo relacionamos al sexo. Si alguien cuenta que se peleó con el novio, alguien pregunta “¿ya no pasaba nada?” Si alguien cuenta ilusionada que conoció a un chico romántico que le llevó flores a su casa, alguna pregunta ¿y cómo la tiene? El sexo, aunque no lo puedan creer, ocupa un gran lugar en las conversaciones femeninas. No tenemos filtro alguno en compartir los más íntimos detalles, sentimos que a quienes se los contamos son aliadas que no harán más que disfrutar con las historias de éxito y sufrir con las situaciones decepcionantes (citemos las velas que no levantan, la necesidad de usar lupas y los errores garrafales con las manos) Hay tipos que no saben tocar una goma, dios! Eso sí me pone de mal humor y lo hablé muchas veces con mis amigas.
En fin, la realidad es que las mujeres encuentran en otra mujer un perfecto espejo para reflejar sus experiencias, corroborar sus creencias y esclarecer cualquier tipo de dudas. Para eso, las más experimentadas son las que toman casi siempre la palabra, aunque nunca falta la menos pensada, que tiene la sugerencia más osada.
En conclusión, ustedes hombres van al grano, nosotras nos extendemos en los detalles. Ustedes tienen un estilo más informativo, nosotras emocional. Ustedes afirman, nosotras preguntamos. Para ustedes, hablar es sinónimo de problema, para nosotras de solución. Es un hecho, las mujeres hablamos y MUCHO.
Así que la próxima vez que tu novia te diga: “hoy salgo con las chicas”, no cometas el error inocente de creer que hablará sólo de ropa y moda. No tengas dudas de que esa noche estará llena de chusmeríos, detalles, obscenidades y que en algún momento van a decir tu nombre y no precisamente vas a estar vestido en el relato. Por eso, todo lo que hagas con ella en la cama, hacelo bien, o intentalo, de una u otra manera, ustedes no solo se acuestan con una mujer, al mismo tiempo lo hacen con sus amigas.
Obviamente que no mencioné ninguna de las cosas que hablamos las mujeres en nuestras reuniones, no se si se habrán dado cuenta, sería traicionar a mi propio género y no es la idea. Eso lo dejo para los miércoles a las diez de la noche; para la cooperativa que tanto amo y tanto me hace falta.
Hasta el próximo miércoles gente, los quiero y acuérdense: “la que avisa, no traiciona”.

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