jueves, 9 de julio de 2009

Francesca Sporting


Sí, sí. Volví.


Gracias a la querida porcin y al asueto ridículo que determinaron nuestros representantes para el día de mañana, encontré un rato para sentarme a escribir. Más vieja y más cansada, como diría mi gran amigo Ismael Serrano, vuelvo a mi asiento. En este caso, a mi querido blog. Pero no voy a dar muchas vueltas sobre lo mismo, no es mi intención - en lo más mínimo - criticar y defenestrar a mi querido sexo opuesto. En este caso, vuelvo para comunicarles una gran verdad personal: el deporte no es para mí; ni para muchas otras.

Chicas, chicas, chicas... se que muchas veces hemos dicho que del próximo mes no pasa, que vamos a empezar el gym con todo y que esos rollos a los cuales bautizamos Pepe, Carlos o Darío "El Grande", van a desaparecer definitivamente. Y también se que eso no se cumple. Pero no importa, seguimos en la lucha contra nuestra falta de voluntad.

Continuamos convencidas que por más que empecemos la dieta y el gym en septiembre, para diciembre seremos las diosas del caribe. "¿Qué hago? Estamos en noviembre y no adelgacé nada, a full con los electrodos". Mmmm. ¿Te parece? Te doy un consejo, hacé como yo. Hace unos días estaba muy fastidiada con mi trabajo. Llamé a un amiga y le dije "En 1 hora te paso a buscar y salimos a correr". Enfiestadísima, dijo que sí.

Se acercaba el horario clave y dudé en calzarme las zapatillas deportivas, aquellas que me compré para "empezar el gym" y están intactas. Si lo pensaba un segundo más, no iba. Así que tomé coraje y me dirigí a mi placard. Mmmm.. "sale shoguineta". Me vestí y salí. Un frío de re cagarse pero ahí estaba, no podía echarme atrás. Toqué timbre, a los quince minutos baja mi amiga con una cara de culo que espantaba. "Uau", me dije. "No soy la única a la que no le piace demasiado ir a correr". ¡Error! Mi amiga, mientras caminábamos, me comentó que acababa de tener una discusión con su hermano porque entró sin golpear la puerta y la vio en "paños menores".

En fín, seguimos caminando. Me moría de frío. Le metía actitud. La escuchaba, me reía, es que era para sacarnos una foto. LLegamos al parque, aquel en donde muchas personas intentan mejorar su calidad de vida corriendo al zon de su mp3 y violándote con la mirada. Sí, nosotras, "trotando" cual viejas del 50 años - nos faltaba el buzo en la cintura - nos cruzamos 5 veces a los mismos muchachos que, habiendo dado toda la vuelta, nos encontraban 2 metros más adelante de donde estábamos antes. Frente a ello, le comenté a mi amiga que debíamos cambiar de lugar. No daba no estar chivadas, caminar rápido y pasar papelón.

Nos fuimos a caminar por Libertador. Y aquí viene lo interesante. Conocimos un mundo paralelo, explorable por cualquier lado del que se lo mire, uno a uno ahí estaban, eran ellos: hombres. Morochos, rubios, con rulos, pelo lasio, no importaba, eran hombres y encima DEPORTISTAS. Sólo quedaba una preocupación: "¿cómo la piloteamos?". Le dije: "empecemos a correr". Y así fue. A la cuadra y media empezamos a agitarnos, mi piel era roja cual chupetín de manzana y mi amiga no la contaba. Yo tampoco. "Paremos, por favor". Entre las dos, teníamos menos estado físico que mi abuela en silla de ruedas. No importaba, seguían ahi, nos miraban, nos violaban ...


"¿Cuánto corrimos amiga?", le dije. A lo cual me respondió: "y, entre todo, habremos estado 50 minutos". Ja! Un logro nefasto para un satisfactorio primer día.


Volví a mi casa, elongué y me metí en la ducha. Decidida, me dije "Francesca no servís para el deporte". "¿Entonces? ¿Qué hago? ¿Esperar al 2050 cuando tenga que pasear a mi hijo? No no..."


Silencio.

Idea.


" ¡Ya está! ¡Que se venga la maratón masculina a favor del feminismo! Yo la organizo."


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